viernes, 7 de marzo de 2008

EL BASQUETBOLISTA






















POR PATRICIO JARA
ILUSTRACIÓN: ALBERTO MONTT

Lo único que el zapatero Filemón Oquendo quería en la vida era que Lázaro, su único hijo varón, fuera basquetbolista profesional. A los 15 años medía 1.94 y siempre fue el tipo más alto del curso y del colegio. Tal era el afán de Filemón que incluso le confeccionó, rompiendo todos los dogmas del gremio, un par de zapatillas de madera con aplicaciones de cemento para que sus huesos se estiraran al máximo cuando saltaba y lograra los dos metros. Filemón confiaba que esa estatura le daría una oportunidad en la NBA. Pero a Lázaro no le gustaba el básquetbol, sino las bolitas, y cada vez que jugaba a la Troya, sufría porque no hallaba donde meter los pies cuando se agachaba. Lázaro parecía un saltamontes, pero era tan grande que nadie se atrevía a decírselo.